http://tribunahispanausa.com Por Álvaro Rocha/RT
¿Quién lo creería? Millones de turistas, miles de arqueólogos han
transitado frente a los muros que tal vez escondan el secreto mejor
guardado de la arqueología peruana: la última morada del Inca
Pachacútec.
Sin embargo, una jugarreta del destino permitió que el ingeniero francés
David Crespy, varado tres días en Aguas Calientes a causa de un huayco
que le impedía regresar al Cusco, tuviera el tiempo del mundo para
recorrer Machu Picchu de arriba para abajo. En una de esas caminatas se
topó con una sólida muralla que, en su parte central, tenía una suerte
de abertura.
“Esta es una puerta”, pensó Crespy
inmediatamente, sin percatarse todavía que unos turistas graciosos o
iluminados, según como se vea, habían escrito en la piedra encima de la
entrada la palabra “tesoro” y dibujado una flecha señalando la misma.
Crespy se contactó con los arqueólogos de la ciudadela, y estos le
aseguraron que investigarían el asunto. Ya en Europa, el ingeniero
francés continuó insistiendo, pero no recibió respuesta de parte de las
autoridades. Incluso hizo gestiones en la embajada de Perú en Francia, y
en el consulado de Barcelona, donde reside, pero manan, cero interés.
Ya había pasado un año, y estaba a punto de tirar la toalla.
Fue entonces que leyó, en Le Figaro Magazine, un artículo de Thierry
Jamin, arqueólogo francés obsesionado con el Paititi que realiza hace 15
años expediciones en el sureste peruano, y en su afán ha descubierto
113 sitios nuevos, varios de ellos en proceso de ser calificados como
patrimonio cultural de la Nación, y le escribió un correo electrónico
contándoles sus avatares y la loca idea de que Machu Picchu podía
albergar un tesoro oculto.
Un poco escéptico -porque igual que otros investigadores, Thierry
pensaba que ya todo estaba estudiado en Machu Picchu, al punto que cada
piedra tiene un número-, se dirigió a la ciudadela Inca, y tuvo la misma
impresión que su compatriota.
La misma impresión
Sin pérdida de tiempo, el Instituto Inkari del Cusco, del cual Thierry
es presidente, arma un proyecto para realizar una resonancia
electromagnética en el edificio que Crespy identificó en Machu Picchu, y
lo presentan el 19 de diciembre de 2011 al Ministerio de Cultura. El 22
de marzo de 2012 este proyecto es aprobado.
Inkari coordina entonces con el antropólogo Fernando Astete, jefe del
Parque Arqueológico de Machu Picchu, con el propósito de establecer las
fechas para llevar a cabo las resonancias.
Todo parecía marchar correctamente. Pero cuando iniciaron los trabajos
el 12 de abril de 2012, fueron rodeados por una nube de empleados del
Parque que tomaban fotos, hacían croquis y apuntes, grababan las
conversaciones, filmaban todo, y preguntaban con insistencia. Esta
conducta ciertamente iba en contra de la ética profesional y pasaba por
encima del reglamento general de investigación dispuesto por el propio
Ministerio de Cultura.
Al finalizar la jornada, Thierry fue a conversar con Astete, señalándole
que lo sucedido no era normal. Al parecer esto no le gustó al jefe del
Parque, porque al día siguiente impidieron el paso a los investigadores
de Inkari aduciendo que uno de los números de serie de un aparato era
incorrecto.
Tuvieron que recurrir a las autoridades del Ministerio de Cultura para
que los dejen ingresar nuevamente, y así poder concluir sus estudios.
Detectan cámara funeraria
A pesar de las trabas, los resultados fueron sorprendentes, más allá de
lo imaginado. Usando georadares que les permitían tener una visión en 3D
y analizar el subsuelo hasta 20 metros de profundidad, pudieron
determinar la existencia de una gran cámara funeraria, con una
considerable cantidad de oro y plata, y toda una estructura subterránea
que alberga una decena de cavidades que suponen la existencia de igual
número de sepulturas, algunas de ellas muy pequeñas que pueden
corresponder a niños.
También se ha certificado la existencia, detrás de la puerta de acceso,
de una escalera forrada con una placa de oro, que conduce precisamente
al recinto principal.
“El tiempo, la dedicación y el material utilizados en este edificio nos
dicen que solamente pudo ser para una persona muy importante. No puede
tratarse de un curaca o un sacerdote el que está enterrado allí, solo
puede tratarse de la última morada de una panaca real, con muchas
posibilidades de que sea la panaca de Pachacútec”, dice Thierry Jamin.
Y agrega: “va a ser el descubrimiento arqueológico más grande del Perú de este siglo”.
Por cierto, el arqueólogo Luis Lumbreras sostiene que Machu Picchu,
además de ser un santuario y una ciudadela, fue el mausoleo del Inca
Pachacútec. El cronista Juan de Betanzos señala que la momia de
Pachacútec está en Patallacta (“al borde del abismo”), y para Lumbreras
Patallacta debió ser el nombre que le otorgó el Inca a esta ciudadela,
ya que nombrarla Machu Picchu (“cerro viejo”) no tiene mucho sentido.
“Betanzos era un soldado español que se casó con doña Angelina, de la
dinastía de Pachacútec, así que ella le habría dado los datos”, explica
Lumbreras.
¿Cómo saber si Pachacútec está enterrado bajo el edificio de las Tres
Portadas? “Pachacútec tenía 90 años al fallecer, de manera que la momia
debe pertenecer a alguien muy viejo. Además hay cierta simbología que lo
puede identificar, como el ajuar, un cetro, la vestimenta”, argumenta
Thierry.
Entierro irregular
Respecto a las características del muro que sella el mausoleo, el
arqueólogo Daniel Merino, secretario ejecutivo de Inkari, señala que “lo
primero que observé con las piedras que tapan el ingreso al recinto es
que estas habían sido puestas de forma irregular, sin ningún tipo de
argamasa. Esto quiere decir que por algún acontecimiento significativo
en la región, decidieron taparlo de forma inesperada”.
La idea de que los incas cerraron el vano de acceso por una urgencia que
tal vez se dio en la época de la Conquista es compartida por Thierry.
“Probablemente los incas han escondido el tesoro del Cusco en momentos
del caos de la caída del incanato. Pueden ser, y se me pone la piel de
gallina cuando hablo de esto, tesoros traídos del Coricancha y otros
templos sagrados”, dice el arqueólogo francés.
Excavación negada y una grandeza histórica por revelar
El informe del primer proyecto fue aprobado por el Ministerio de
Cultura. Paralelamente el Instituto Inkari presentó un segundo proyecto,
que esta vez si incluía excavación, necesaria para desentrañar este
misterio histórico. Sin embargo, el 5 de noviembre de 2012, Ana María
Hoyle, a cargo de la Dirección General de Patrimonio Cultural, deniega
la autorización del segundo proyecto.
Para Thierry Jamin, la responsabilidad de esta negativa recae en
Fernando Astete. “Para otorgarnos la buena pro para la apertura, en Lima
necesitan una opinión técnica de los encargados del Parque de Machu
Picchu, y como Fernando Astete sabe de la importancia del descubrimiento
y quiere apropiarse del proyecto, no ha dado una opinión técnica
imparcial”, aduce el investigador francés.
En realidad, Astete no firmó esta “opinión técnica” porque no es
arqueólogo, la que lo hizo en su lugar fue Piedad Champi, directora del
Parque, quien señala que el proyecto no está dentro de los lineamientos
del Plan Maestro de Machu Picchu, dice que “poco o nada saben sobre
conservación”, que la apertura del muro generaría “problemas de
inestabilidad estructural”, y sugiere que Inkari anda en busca de
metales preciosos sin tomar en cuenta el contexto histórico.
Respecto a la “inestabilidad estructural”, la defensa legal de Inkari
indica que la arqueóloga Champi se atribuye calidades de ingeniero
civil, competencia que no tiene. Y presentan un informe del ingeniero
civil, César del Carpio, que garantiza que la apertura del muro no va
alterar la estructura del recinto.
Thierry Jamin dice concretamente que “los georadares no mienten, no
tenemos la culpa que a los arqueólogos de Machu Picchu, muchos de ellos
con 20 o 30 años en el Parque, se les haya pasado por alto este
descubrimiento”. Y añade: “queremos una reevaluación del proyecto por
arqueólogos imparciales, independientes al equipo de Fernando Astete. No
me parece moral ni profesional que nos quiten el proyecto”.
A principios de diciembre Inkari ha presentado una apelación, la cual
debe resolver el ministerio en los días que corren. Sería una pena que
lo que podría ser el hallazgo arqueológico más importante de las últimas
décadas, se entrampe por pequeñeces distantes de la grandeza histórica
de Machu Picchu.